Envejecimiento: principal reto en la gestión política de servicios de salud / Mejía G.
ISSN 2215-5562. Rev.Ter. Enero-Junio de 2020; Vol 14 N°1: 04-10
EDITORIAL
El envejecimiento: principal reto del Siglo XXI en la gestión política de los servicios de salud
Aging: the main challenge of the 21st century in the political management of health servicesTítulo corto: Envejecimiento: principal reto en la gestión política de servicios de salud
Autor: Gabriel Mejía Ramírez
Filiación: Independiente, Consultor en Salud Pública y Educación para la Salud
Correspondencia: Dr. Gabriel Mejía Ramírez. Correo electrónico: gabrielmejíaramírez@gmail.com
Forma de citar: Mejía Ramírez G. El envejecimiento: principal reto del siglo XXI en la gestión política de los servicios de salud. Rev Ter. 2020;14(1):04-10
Fecha enviado: 23 octubre del 2019.
Fecha aceptado: 22 noviembre del 2019.
Introducción: El envejecimiento “es un fenómeno demográfico asociado con la revolución científico técnica del siglo XXI; sus consecuencias unidas a características socio-demográficas pueden afectar la calidad de vida”. Nunca antes en la historia y evolución de los sistemas nacionales de salud y seguridad social, se ha hecho más urgente la necesidad de realizar una reflexión crítica profunda sobre la eficiencia administrativa de los actuales modelos de atención en la prestación, la calidad y la seguridad de los servicios de salud, concentrados por la naturaleza del perfil epidemiológico de la población, el comportamiento de la demanda y las limitaciones propias de su gestión, casi exclusivamente, en la atención de la enfermedad; el clásico paradigma de la atención fundamentado en la teoría del modelo biomédico, el cual establece factores de riesgo como variables a nivel individual, partiendo del principio de que las enfermedades y sus síntomas y signos, provienen de una anomalía o por un mal funcionamiento de los sistemas orgánicos. Como se observa, todavía en los tiempos actuales, en ausencia de un análisis sistemático y más riguroso de los nuevos contextos históricos y cambios constantes en los determinantes sociales, económicos y culturales del mundo moderno, se han diseñado y desarrollado políticas públicas que, por lo general, han fracasado en asegurar la equidad en los derechos de las personas a una atención oportuna e integral de sus necesidades para el mantenimiento de su salud y su calidad de vida, especialmente en la creciente población de las personas adulta mayores. Metodología: Para la realización de este editorial, se realizó una revisión bibliográfica, con selección de artículos en diferentes bases de datos, como PsycInfo, Scopus, Google Scholar, Medline, PubMed, EBSCO Health, Cochrane, entre otras, con el propósito de establecer la relación entre el gran reto de las actuales tendencias demográficas de la población adulta mayor en el mundo, su impacto sobre la demanda de servicios públicos y la necesidad de replantear las políticas públicas en función de los factores determinantes estructurales de la salud. Resultados: Se logra identificar la magnitud y complejidad del fenómeno del envejecimiento humano y la necesidad de replantear el proceso de formulación de la política social en salud, desde la perspectiva de los determinantes estructurales de la salud y la atención de las verdaderas necesidades de la población adulta mayor. Dentro del marco de estos resultados, el presente editorial, está orientado a llamar objetivamente la atención sobre el fenómeno del envejecimiento poblacional, su impacto en las políticas públicas de salud y la necesidad de replantear la gestión política de los servicios de salud con énfasis en la promoción de la salud.
Palabras clave: Envejecimiento demográfico, determinantes estructurales de la salud, promoción de la salud.
Introduction. Never before in the history and evolution of national health and social security systems has the need for a thorough critical reflection on the administrative efficiency of current models of care in the provision, quality and safety of health services, concentrated by the nature of the epidemiological profile of the population, demand behaviour and the limitations of their management, almost exclusively, in disease care; the classic paradigm of attention based on the theory of the biomedical model, which establishes risk factors as variables at the individual level, based on the principle that diseases and their symptoms and signs, come from an anomaly or from an evil functioning of organic systems. As is observed, even in today's times, in the absence of a systematic and more rigorous analysis of new historical contexts and constant changes in the social, economic and cultural determinants of the modern world, they have been designed and developed public policies that have generally failed to ensure fairness in people's rights to timely and comprehensive attention to their health-maintaining needs and quality of life, especially in the growing population of people older adulthood. Methodology: For the realization of this editorial, a bibliographic review was carried out, with selection of articles in different databases, such as PsycInfo, Scopus, Google Scholar, Medline, PubMed, EBSCO Health, Cochrane, among others, in order to establish the relationship between the great challenge of the world's current population demographic sprees, their impact on the demand for public services, and the need to rethink public policies structural determinants of health. Results: It is possible to identify the magnitude and complexity of the phenomenon of human aging and the need to rethink the process of formulating social policy in health, from the perspective of the determinants health and care for the true needs of the elgrowing population. Within the framework of these results, this editorial is aimed at objectively drawing attention to the phenomenon of population ageing, its impact on public health policies and the need to rethink the political management of health services with an emphasis on health promotion.
Keywords: Demographic ageing, structural determinants of health, health promotion, policies.
El reto de la vejez y el envejecimiento
El envejecimiento como una realidad social y demográfica a escala global, que alienta muchas políticas públicas para afrontar el reto de la población que envejece; es un fenómeno natural, universal y progresivo. El progresivo envejecimiento a nivel mundial plantea numerosas y costosas implicaciones de naturaleza económica, social y sanitaria, que ha dado lugar al desarrollo de las intervenciones sistemáticas en promoción de la salud, para enfrentar los efectos de la revolución demográfica, frenar las enfermedades y promover el bienestar de las personas que están en proceso de envejecimiento2. Por esta razón el envejecimiento de la población es considerado no sólo como uno de los mayores triunfos en el desarrollo cualitativo de la humanidad, sino también uno de los mayores desafíos existenciales de las sociedades actuales. Para Balboa et al3 , se trata de un hecho insólito, porque por primera vez en la historia, las personas mayores van camino de convertirse en el grupo de población mayoritario en muchos países. Ante esta perspectiva, surgen nuevas necesidades, posibilidades y problemáticas, todas ellas relacionadas con este importante grupo de edad que tradicionalmente siempre ha sido aceptado, pero que paradójicamente siempre ha sido minoritario y considerado poco productivo en el modelo de desarrollo económico actual.
Independientemente de los cálculos sobre el aumento en la esperanza de vida, hay un factor esencial, integrador e indispensable que condiciona en gran medida las posibilidades de realizar un envejecimiento activo que es la salud4. Debido a este fenómeno y su abordaje preventivo, se espera que el número y la proporción de personas mayores continúen al alza en el futuro5. Berrío6, ha calculado que el 8% de la población mundial tiene más de 65 años, y se espera que en 20 años este porcentaje aumente al 20%; muchas de estas personas serán mayores de 80 años. Sin embargo, en sus informes demográficos mundiales del 2017, la OMS4 advierte que la población mundial de edad avanzada está creciendo muy rápidamente; entre el 2015 y el 2050 la proporción de la población mundial con más de 65 años pasará de 900 a 2000 millones, lo que representa un aumento ostentosamente significativo del 12% al 22%.
Al entrar en el siglo XXI, el envejecimiento a escala mundial impondrá mayores exigencias económicas y sociales a todos los países. Al mismo tiempo, hay que reconocer que las personas de edad avanzada ofrecen valiosos recursos, a menudo ignorados, porque, con su experiencia, realizan una importante contribución con la estructura organizacional de nuestras sociedades7. De acuerdo con Rodríguez8 el envejecimiento demográfico provoca importantes alteraciones políticas, económicas y demandas de servicios especializados, que difieren y son anteriores al propio fenómeno de la vejez; implica diferencias en las necesidades y demandas y sobre todo las económicas. Los avances e innovaciones tecnológicas y medicamentos para la atención de la carga de enfermedad de los adultos mayores, provocan un incremento de los costos de operación de los servicios de salud, que irremediablemente van a requerir de un análisis muy cuidadoso por parte de los niveles de decisión política.
Las sociedades actuales están experimentando uno de los acontecimientos demográficos más relevantes de las últimas dos décadas; el envejecimiento de la población, causado significativamente por la baja tasa de fertilidad, el continuo descenso de la mortalidad y la disminución de las tasas de fecundidad, entre otros factores asociados, como el avance de las ciencias biomédicas y la extensión de cobertura de los servicios de salud. Algunos autores consideran que el envejecimiento de la población es el resultado no solamente de una serie de variables vinculadas con las mejoras sanitarias y los cambios en el comportamiento reproductivo de las mujeres, sino también debido a las políticas dirigidas al manejo de la salud y el cuidado de la población9. Además, “como resultado del mejoramiento de la nutrición, la higiene y la vivienda; el acceso global a la educación, los avances en medicina y la natural evolución de los genes humanos, cumplir 100 años en buen estado ya no se considera noticia ni un don excepcional"10, sin pasar por alto el papel que hoy día juegan los adelantos tecnológicos en nuestro bienestar. Desde el teléfono móvil a Internet, pasando por la televisión, los medios de transporte y los electrodomésticos, todos influyen positivamente en nuestra vida diaria, facilitándonos la comunicación, la capacidad de movimiento y el confort en la vida diaria. Todas estas condiciones contribuyen con la influencia de otro elemento esencial del bienestar emocional; la promoción del pensamiento positivo; definido como la capacidad de contemplar y explicar las vicisitudes de la vida a través de una lente que acentúa los aspectos favorables y minimiza los negativos. Esta perspectiva no solo nutre directamente la satisfacción con la vida, sino que también fortalece la autoestima y estimula las conexiones afectivas gratificantes. Además, ayuda a darle a la vida significados positivos y a acumular motivos para vivir10.
A la luz de estas consideraciones como elementos determinantes del bienestar humano, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud4, por primera vez en la historia, la mayoría de las personas pueden esperar vivir hasta los setenta años o más. La ampliación de la esperanza de vida brinda una gran oportunidad tanto para para las personas mayores y sus familias como para las sociedades en su conjunto. Existen estudios como los reportados por Barbi et al11 ,en donde se afirma que la longevidad del ser humano aumentará con el tiempo; el ser humano todavía no ha alcanzado su límite de vida máximo y, por lo tanto, aun no puede establecerse científicamente que el cuerpo humano pueda vivir una cantidad determinada de años. Sin embargo, los expertos internacionales en bioingeniería han concluido que el envejecimiento activo o esperanza de vida saludable, es un indicador equivalente a los años de vida que se espera que los individuos vivan con buena salud.
Los determinantes estructurales de la salud y el reto del envejecimiento
Las condiciones de la salud pública, la seguridad social y el nivel de desarrollo humano de una población están determinados en gran medida por la ideología predominante el contexto social, económico y político. El poder político y el tipo de políticas macroeconómicas y sociales, así como la extensión de cobertura en el modelo del estado del bienestar, contribuyen a la salud y las desigualdades en salud incidiendo en el grado de bienestar de la ciudadanía12. Dicho modelo incluye a diversos actores económicos, políticos y sociales como por ejemplo las grandes corporaciones nacionales e internacionales; también sus recursos materiales y tecnológicos, y su doctrina de normas y estándares internacionales de derechos humanos. Finalmente, destacar también la influencia de las relaciones externas, políticas y económicas mantenidas con otros países.
Los determinantes estructurales son muy importantes para la planificación y la toma de decisiones en la gestión política de la salud, ya que son los que influyen significativamente en la estratificación de los recursos, como la distribución de ingresos y la discriminación por razones de interés o prioridad política, de género, condición social, etnia, grupo de edad, discapacidad, creencias, orientación sexual e identidad de género, entre otras variables. La estratificación de la población por razones de ideología y prioridades en la gestión política, configura la visión de las oportunidades en salud y sus resultados, ya que sitúa a las personas en posiciones desiguales de poder, prestigio y acceso a los recursos12.
Desde la perspectiva de los determinantes sociales de la salud, se advierte que “entre el 2010 y el 2050, la población dependiente en el mundo se duplicará, de 349 a 613 millones, y el número de personas mayores dependientes casi se triplicará, de 101 a 277 millones: Un incremento de impacto en los países de ingresos bajos y medianos”13. Pero el problema no es la longevidad, sino la falta de preparación de las personas, la sociedad y el Estado para una promoción efectiva del envejecimiento activo13, que garantice la autonomía, la independencia, la esperanza de vida saludable y los derechos humanos de esta población vulnerable.
Como ha sido analizado, los determinantes de salud son referentes esenciales en el estudio de las necesidades de atención de las personas adultas mayores. Desde la sociología la salud constituye una construcción social, influenciada por condicionantes históricos, sociales políticos y socioculturales, propios del modelo de desarrollo humano de la sociedad en la que se encuentren los individuos8. Ante este escenario el hecho de envejecer de las poblaciones plantea cuestiones y preocupaciones a los Estados. Unos de los temas claves es reconocer los derechos y analizar con certeza el estado de salud de los adultos mayores. Por un lado, la creación de políticas públicas y planes integrales de protección social, donde hay una gran variedad de sistemas y niveles de protección dependiendo del país, pero no todos los países en este momento cuentan con sistemas que permitan una respuesta a las necesidades de este importante colectivo de personas.
Conclusiones
Como referentes de estos nuevos contextos geopolíticos y demográficos, los determinantes sociales de la salud son el conjunto de situaciones externas o circunstancias del entorno global en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluidas las políticas sociales y las características del modelo de gestión en el sistema nacional de salud14. Estas circunstancias o situaciones propias del entorno están determinadas por un conjunto amplio de variables políticas, económicas, sociales y normativas que regulan el funcionamiento de los sistemas públicos; son situaciones que impactan las vidas, condición de salud y nivel de inclusión social de las personas15. Esas circunstancias son en buena parte el resultado de la estructura social de poder existente en una sociedad, los mecanismos de distribución de la riqueza, la forma en que fluye y se dinamiza la economía y cómo se utilizan los recursos, condiciones dependientes a su vez del posicionamiento ideológico y las políticas públicas adoptadas en las sociedades humanas.
Como conclusión, es conveniente resaltar que los determinantes sociales de la salud explican la mayor parte de las inequidades sanitarias existentes en el mundo actual, esto es, de las diferencias injustas y evitables observadas en y entre los países en lo que respecta a la situación sanitaria14. Los sistemas nacionales deben enfocar la gestión política de los servicios de salud desde la perspectiva de los determinantes estructurales externos e internos, que influyen en el comportamiento de los estilos de gobierno de cada sociedad, procurando en todo momento, y por razones bioéticas, abordar con alta prioridad el fenómeno del envejecimiento, la protección y vigencia de los derechos humanos, las necesidades de salud y la calidad de vida de las personas adultas mayores. Por otro lado, los adelantos científico-técnicos alcanzados no satisfacen las necesidades de la población adulta mayor. “La inversión que los gobiernos hagan en concepto de ciencia y tecnología para el bien social debe estar encaminada, no solo a prolongar años de vida sino a lograr una calidad de vida satisfactoria en una población mundial que cada día será más envejecida”16.
En relación con el análisis del contexto de la salud internacional, Costa Rica ha jugado un papel preponderante, como referente en los procesos de fortalecimiento de la infraestructura, extensión de cobertura y mejoramiento continuo en los servicios de salud y seguridad social, sin embargo, los efectos residuales de las crisis económicas de los años 80, el aumento de la demanda de atención, los cambios en el perfil demográfico y epidemiológico y factores externos producto del fenómeno de la globalización, configuran también el reto de mantener y mejorar los indicadores de salud alcanzados durante las últimas dos décadas17. En términos generales la problemática actual en materia de salud de las personas adultas mayores, se erige en un contexto político muy particular, en el que destacan las nuevas e intensas demandas sociales y condiciones económicas estructurales críticas en la gestión pública del Gobierno, que condicionan la sostenibilidad de los logros en salud y el abordaje del nuevo reto sanitario del envejecimiento poblacional.